lunes, 15 de agosto de 2011

UN CHILE POR LA EDUCACION



Los estudiantes de Chile, escolares y universitarios, se encuentran en paro por más de dos meses. El pasado lunes nueve de agosto más de 150 000 personas salieron a las calles a exigir al gobierno de Sebastián Piñera una reforma integral a la educación. La lucha se ha manifestado de diversas maneras, todas pacíficas, (aunque los medios de comunicación la tergiversen): movilizaciones por las principales calles; toma de colegios y universidades; discusión sobre esta problemática entre docentes, alumnos y la sociedad; velatones frente al Palacio de la Moneda; conciertos de música; maratones por la educación, etc. La ciudadanía, estas últimas semanas, ha expresado su apoyo a los estudiantes mediante los famosos “cacerolazos” en todo el país.
Para los que aún no lo saben, en Chile, la educación pública universitaria se paga, y se paga muy caro, siendo una de las más caras del mundo. Un estudiante universitario se puede endeudar hasta con $40 000 mil dólares para financiar su carrera universitaria. Es decir, la educación pública solo es “pública” de nombre. Esto data desde el gobierno dictatorial de Augusto Pinochet, quien hizo varias reformas a la educación; o sea, son más de treinta años que la educación no ha parado de abrir una brecha social entre los propios chilenos, en donde solo los que tienen más dinero pueden acceder a una educación superior de calidad. Otro problema es la descentralización, antiguamente, se dice, que los santiaguinos al no poder ingresar a una universidad “pública” se iban a estudiar a una universidad “pública” de región. Hoy la figura es a la inversa, nadie quiere irse a región a estudiar, son más bien los estudiantes de regiones quienes vienen a estudiar a la capital. La razón es casi obvia, las universidades de Santiago están mejor implementadas que en regiones en términos académicos e infraestructura (salvo honrosas excepciones).
El gobierno de Sebastián Piñera durante estos más de dos meses de movilizaciones estudiantiles sólo se ha limitado a ofrecer parches al problema: ha ofrecido incrementar el presupuesto en educación, pero no ha dicho nada respecto a una reformar integral a la educación; ha ofrecido la creación de una institución pública que fiscalice a las universidades privadas que lucran con la educación, dado que está prohibida por ley y que sin embargo se da en la práctica, pero no ha dicho nada respecto a la “gratuidad” de la educación en todos sus niveles. En otras palabras, el gobierno ha querido mantener contentos a todos los actores involucrados, por un lado, a los mismos estudiantes; por otro lado, a los políticos del gobierno y al sector empresarial, dueños de algunas universidades. Y ahora último, ha dicho, muy fiel a su pensamiento empresarial: “nada es gratis en la vida”.
Otro grave error del gobierno ha sido el uso desmedido de la fuerza pública contra las movilizaciones estudiantiles, haciendo un uso indiscriminado de gases lacrimógenos y el empleo brutal  de la fuerza. Un claro ejemplo es la represión al intento de movilización de los estudiantes el día cuatro de agosto. Según el gobierno dicho accionar se debió a que la marcha convocada no estaba autorizada por la Intendencia de Santiago, sin embargo, la Constitución de Chile dice que, “toda persona tiene derecho a reunirse de manera pacífica, sin previo aviso a la autoridad”. No obstante el respaldo constitucional de reunirse, los estudiantes fueron reprimidos por Caribineros, quienes con caballos, gases, chorros de agua del famoso “guanaco” (vehículo lanza aguas), disuadieron violentamente a los estudiantes (entre ellos, habían muchos menores de edad). Sobre este último punto, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a través de su página web, se ha pronunciado sobre estos hechos y ha solicitado al Estado chileno a que le informe a la brevedad posible sobre la afectación de derechos de los estudiantes que no pudieron movilizarse porque fueron reprimidos por Carabineros.
Frente a este sombrío panorama, y en lo que respecta a nosotros, cabe preguntarnos: ¿cuál es el estado de la educación pública en el Perú?, ¿el gobierno de Humala tendrá aquella voluntad política que carece el gobierno de Piñera para reformar la educación? Más allá de cualquier respuesta que podamos brindar a las preguntas, considero que el movimiento estudiantil chileno debe servirnos para analizar nuestra realidad en materia de educación. O dicho en otras palabras, debe servirnos para criticar la actual política de educación que existe en el Perú porque -valgan verdades- no estamos bien, así lo ha señalado la UNESCO en más de una oportunidad; por tanto, es necesario indicar no solo los problemas materiales sino también los paradigmas y valores que la gobiernan. Por ejemplo, llama mucho la atención el por qué los escolares en el Perú no salen a las calles -o no utilizan cualquier otro medio- para reclamar por una mejor educación. Aquí desde luego, hay un problema de índole social-cultural, podría decirse incluso que aún existen rezagos de una educación autoritaria y colonial al interior de las aulas de los colegios, en donde el menor reclamo es silenciado. La educación cívica, hasta ahora, sólo es expresada con los famosos desfiles “cívico-militares”, más no con un debate amplio sobre los derechos de los estudiantes y, en el presente caso, el derecho a una educación gratuita y de calidad, como lo vienen haciendo los estudiantes de Chile.
       

MalEducados! el problema de la educación en Chile. from Diego Marin Verdugo on Vimeo.

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