sábado, 27 de noviembre de 2010

NO ME CASO

A Alberto y Bertha, mis abuelos.

“Es un fastidio estar casada, qué desilusión, hasta las suegras se molestan, que querrán de mí…” dice, Fresia Linda (Perú), en una de sus canciones más populares: “No me caso”. Pero esta canción para mi hermano Willy, si bien la ha bailado, no ha sido la que la ha acompañado al momento de decidir por su boda. Willy dijo enfáticamente: “Yo me caso con Edith este 20 de noviembre”.

Es la primera boda de la familia. Todos estaban muy contentos y felices. Yo me sumaba a aquella felicidad, así es que tuve que prepararme para el viaje de Santiago a Arica, y de Arica a Tacna, en bus (los pasajes en avión estaban por las nubes). Es decir, un viaje de 32 horas. Afortunadamente estoy acostumbrado a estos largos viajes, el principal equipaje aquí son los libros, y para esta ocasión elegí dos: “La ciudad y los perros” y “El pez en el agua”, ambos libros del recién galardonado Premio Novel de la Literatura, Mario Vargas Llosa. El primer libro me evoco recuerdos a Willy, quien estudió en el Colegio Militar Francisco Bolognesi (Arequipa), por él conocí algunos pasajes narrados en la novela (por ejemplo, el bautizo a los perros del tercer año). Sin embargo, no conocía, otros aspectos, como el aspecto emocional de los cadetes del colegio, o al menos no tan detallado. Este aspecto Vargas Llosa lo narra espléndidamente, a veces, da la impresión que fuera pura ficción, pero no lo es, es la realidad de un mundo llevada al papel con ingredientes de imaginación y creatividad. El segundo libro, “El pez en el agua”, lo releí otra vez, uno nunca se cansa de sacar provecho a las experiencias de vida de un escritor, más aún cuando estas experiencias son vividas a plenitud, sean buenas o malas: la relación con el padre; la locura por un amor; la pasión por la política; la decisión de ser escritor, etcétera.

Llegó el día de la boda (sábado 20), que será a las 9:30 a.m. Mis abuelos, tíos, primos y demás familiares, llegaron desde diferentes partes del Perú, sobre todo de Puno, ciudad altiplánica con raíces aimaras, a la cual pertenece mi familia. Esto quiere decir que la boda no va a ser solamente una ceremonia con un brindis, sino, una fiesta en donde se mezcla lo religioso con lo pagano, lo occidental con lo folklórico; y eso sólo se puede ver en el mundo andino del Perú (¿o es que acaso alguien no vio alguna vez bailar en una boda “El Danubio Azul” de Strauss (Viena), y a la vez un huayno, el “Pío Pío” de Amanda Portales (Perú)? Todos estos años he podido ver que la cultura aimara no excluye a otras culturas, sino, las asimila, las recrea, las reinventa, es decir, se produce un mestizaje, aunque a veces eso sea solo formalmente).

Ya había dicho que la boda no sólo iba a ser un acto ceremonioso de carácter religioso. Y no me había equivocado. Al terminar la ceremonia en la Parroquia Virgen de Copacabana, ubicada en el distrito Alto de la Alianza, en las afueras esperaba a los novios la banda de música andina “Los Amautas” (en otra boda hubieran sido charros), quienes tocaron su estruendosa pero a la vez hermosa música andina, que invito de inmediato a los novios y demás personas a bailar en plena vía pública. Todos bailaban, yo miraba esto con unos ojos de asombro, pero no podía perder mucho tiempo, así es que saqué a bailar a mi pareja, que en este caso fue mi abuela Bertha.

Obviamente no nos íbamos a quedar todo el día bailando en la calle, solo fue por un momento, como un adelanto a lo que se venía después, ya que la fiesta se iba a realizar en uno de los lugares más hermosos que tiene Tacna: Calana. Lugar en donde se mezcla el desierto con el campo, en donde se puede respirar aire puro y probar el mejor vino de la ciudad. La comida no era para menos, mi familia siempre es cuidadosa en estos detalles, aunque por un momento lo olvidé; ya que cuando nos trajeron la comida, la miré austera, pero luego me di cuenta que eso era apenas la entrada, luego vendría un plato de fondo gigante muy delicioso, que ahora no recuerdo el nombre, y que me hizo sentir, una vez más, que estaba en el Perú. Para tomar estaba el infaltable: pisco sour, y también champaña y cerveza.

Compartí la mesa con mis primas Lula, Nancy y Roxana. Muchas de ellas no sabían, hasta hace poco (¿faltando pocos días para la boda?), que yo estaba radicando en Santiago. Les causó mucha sorpresa y alegría. Una de ellas en son de broma me preguntó si tenía polola, y de serlo así, debería ser el siguiente en pasar a la lista de casados. Yo les respondí con las palabras de Fresia Linda: “No me caso”, al menos por ahora, tengo algunos proyectos que me gustaría concretizar y quisiera dar todo de mí para que caminen. Una sonrisa dudosa vi en ellas, como si ya hubieran escuchado eso antes.

La fiesta duró dos días. Eso es parte de la “costumbre” de mi familia. Al tercer día (lunes) todos resucitaron, algunos, en la playa (Willy y Edith), otros, en los baños termales de Calientes (mi papá y julia). Yo preferí quedarme en Tacna, ya que al día siguiente (martes) retornaría a Santiago. Tenía que aprovechar para hacer algunos encargos: comprar libros; comprar las poleras de mi jefe; y desde luego, tenía que visitar el Café Zeit.

En medio de aquel agitado lunes, en Tacna, fui al Café Zeit, cuyo dueño es Don Klaus, un chileno-alemán radicado hace varios años en Tacna, junto a su esposa y sus hijas. Cuando uno entra al café Zeit el tiempo se suspende. No lo digo por el nombre del café (que en español significa tiempo), sino por lo bien que uno lo pasa, por la atención que uno recibe y por el exquisito café Cajamarca que se ofrece en este café. Pude conversar con Klaus y su esposa, y con Novo, director de teatro. Entre todas las noticias que me dieron, destaco una: “el duro año para Tacna” con sus escritores, por ejemplo, la muerte del poeta Livio Gómez, acaecido en agosto de este año. Pero la que más me afecto fue el enterarme del delicado estado de salud del escritor Luis Chambilla Herrera, a quien aprecio mucho, como amigo y escritor. Luis Chambilla, no obstante su estado de salud, ha publicado su último poemario: “El cántaro salvaje”, lo cual demuestra su incansable dedicación –prácticamente su vida- a la literatura. La publicación del libro estuvo a cargo de otro tacneño incansable -e inalcanzable- promotor cultural, Willy Gonzáles, quien dirige la editorial Cuadernos del Sur, que ya lleva publicando varios libros de escritores peruanos.

En mi viaje de retorno, de Arica a Santiago, he deleitado con el poemario de Luis Chambilla. Es impresionante la captura de momentos e imágenes que logra hacer el autor con su pluma. Temas como la infancia, la nostalgia, la muerte, entre otros, está presente en “El cántaro salvaje”. En uno de sus versos, Luis Chambilla, dice: “no me digan si algo comprenden/ sólo avísenme cuando amanezca”. Como todo buen escritor, Chambilla, capta a cabalidad el significado de la literatura, ya no solo como razón de vida, sino como pasión por la vida.

Es miércoles 24 de noviembre, son las cuatro de la tarde y la terramoza indica a los pasajeros que descendamos del bus, hemos llegado a Santiago. La mitad de mi alma está en Tacna y la otra aquí, en Santiago. No puedo creerlo del todo que esté en Santiago, hasta que tomo el metro con dirección a casa. Veo entrar y salir personas de los coches del metro, veo sus rostros agitados, algunos distraídos, otros preocupados, y me digo a mí mismo: “sí, estoy de nuevo en el Gran Santiago”.

martes, 16 de noviembre de 2010

Mensaje directo a la imaginación

Cuando sentimos que las fuerzas nos abandonan, o cuando sentimos que las esperanzas se agotan, no significa que todo ha terminado sino que algo nuevo está por comenzar.

No podemos dejar de impresionarnos con lo que encontramos en nuestro camino, sean estas cosas hermosas u horribles, ellas siempre nos enseñan algo, o mejor dicho, siempre nos muestran algo sobre la vida, ya que es solo aquí en donde se ganan las batallas o se pierden las victorias.

Anoche pensaba en aquel paisaje en donde se confunde el cielo con la tierra, o aquel otro en donde el tiempo no se distingue como pasado, presente o futuro, sólo es un chispaso, o sea un instante. Ahí es donde las cosas se desdibujan o disuelven, se recrean o inventan.

Cuando me dirigía a la biblioteca hablaba con un hombre quien me dijo que lo más hermosa está en otro lugar, en un más allá, de pronto lo creí, pero luego lo dude, "por qué esperar un más allá cuando estoy en este momento haciéndo de los momentos algo mío, no del más allá, sólo aquí en la tierra, conmigo y sin ti.

De repente recibí una llamada, una voz suave y alegre (era alguién que si bien me conoce mucho, a veces, parece que poco) y me pregunto ¿cómo estas? y antes de responder me puse a pensar en aquellos segundos previos, que es fácil decir "estoy bien", pero nos cuesta decir lo contrario. No pude mentirle, o mejor dicho mi mentira me delato, y me dijo "por favor no dejes cantar, silvar, reir y caminar, ya que es ahí cuando estamos solos y no pensamos".

De repente una tranquilidad entro en mí, una paz mezcla con frescura me envolvio de pies a cabeza... un pensamiento salió disparado como si fuera el último, un suspiro se desvanecio en el aire, mis ojos me miraron, mis oídos me escucharon.

lunes, 8 de noviembre de 2010

¿QUIEN (ERES, SOY, SON, SOMOS)?

“Soy indio, pero también algo más;
soy español, pero también algo más.
esta doble vinculación no me ata dos
veces sino que me permite tomar distancia
y liberarme de todas las sangres.
simplemente soy libre: los materiales
que se me han dado son variados
y estoy agradecido por ello;
pero tengo que usarlos para inventarme
a mí mismo.”

Fernando De Trazegnies



Cuando nos preguntan “quién es fulano de tal”, basta responder con tres, cuatro, o cinco líneas. Cosa diferente ocurre cuando nos preguntamos: “¿Quién soy yo?”. Es esta una pregunta metafísica? No lo creo; es más bien una pregunta casi domestica que nos visita cada cierto tiempo (la visita no incluye respuesta).
Hoy me reuní con Mónica, una amiga interesada en el tema carcelario y el tema indígena, quien está trabajando un tema interesante: “los suicidios en las cárceles”. Con Mónica hablamos, entre otros temas, de la criminalización -ahora última- de las protestas de los mapuches en Chile, a quienes se les ha considerado absurdamente “terroristas”, es decir, se los ha puesto en la misma categoría de Bin Laden y Cía. Y a partir de este tema, el indígena, es que tocamos el tema indígena en el Perú, concretamente, mi relación con la cultura Aymara (confieso que este tema lo he experimentado más aquí en Chile que en Perú).
El idioma aymara ha estado presente en mí desde que era wawa, pero por diferentes motivos no lo aprendí (eso -a veces- me genera una autocrítica). Es el castellano con el cual siento y pienso. He bailado la música folklórica aymara: un huayno triste o una tarkada alegre (aunque fueron pocas); y también me he encontrado conmigo escuchando un jazz de Miles Davis en mis momentos de soledad. Admiro cómo el mundo andino siente la religión católica-cristiana, en donde no se reduce a sentarse y escuchar un sermón de dos horas, entre cuatro paredes; sino mas bien en recrearla, reinventarla, y luego expresarla en esa mezcla de fiesta y fe. He crecido con estas, y otras manifestaciones culturales, del mundo andino-occidental. En los ejemplos señalados no he hallado contradicción entre esos dos mundos sino combinación, como si fueran colores que se mezclan dando un nuevo tono.
Hoy el mundo aymara ya no es el mismo del que existía antes de la conquista española (y no lo digo con tristeza y pena). Es el resultado del encuentro de dos mundos (el andino y el hispano), que se manifiesta en la música, el arte, la religión, las costumbres, las tradiciones, etc. Por ello no puedo dejar de mencionar mi desacuerdo cuando se pretende separar a uno del otro, por ejemplo, dejar afuera lo español y quedarse sólo con lo andino, o viceversa (aunque con mayor frecuencia sucede lo primero). O querer hacer prevalecer una cultura sobre la otra, o hacerlas competir por sus aspectos negativos o positivos como si se tratara de una carrera de autos.
Volviendo a la pregunta inicial, ¿quién soy? Esta pregunta me obliga a responder por “una persona” cuando en mí habitan muchas personas. Lo que hago es lo que soy, lo que pienso es lo que soy, etc., siempre pisando un escenario distinto. En todo ello no hay una persona sino muchas personas. No un aymara, no un hispano, sino: un hispano-aymara. Ya no blanco y/o negro (tablero de ajedrez), si no mezcla de ambos (chocolate).

jueves, 4 de noviembre de 2010

¿cómo funciona un libro?

No se deberá preguntar nunca lo que un libro quiere decir, significado o significante; tampoco deberá tratarse de comprender nada de un libro. Unicamente vale preguntar con qué funciona; en conexión de qué hace pasar o no intensidades; en cuales multiplicidades introduce y metamorfosea la suya; con qué cuerpos sin órganos hace converger el suyo. Un libro no existe más que por lo exterior y en el exterior. Así pues, siendo un libro por sí mismo una pequeña máquina, cabe preguntar:
¿En que relación, a su vez mesurable, se encuentra esta máquina literaria con una máquina de guerra, una máquina de amor, una máquina revolucionaria, etc.,? 

RIZOMA
Gilles Deleuze - Félix Gautari