lunes, 27 de mayo de 2013

Apuntes autistas de Fuguet


Cuando a Michel Foucault le preguntan: “¿qué es un libro?”. Él responde: “Una caja de herramientas”. Si. Una caja de herramientas para que cada quien lo use como mejor le plazca o lo adecue a sus intereses.

Sin embargo, el hecho que un libro sea una caja de herramientas significa muchas cosas. Una de ellas está referida a que no hay que idolatrar a los libros. Hay que disolver aquel respeto cuasi-reverencial a eso que llamamos libro. Otro significado, y el que me gustaría destacar, es el referido al libro como herramienta del lector (sea este, estudiante, escritor u otro).

De lo anterior el libro herramienta deja de ser un fin en sí mismo y se convierte en un medio. Ahora, como herramienta, uno lo utiliza para fabricar -digámoslo de esta manera- un artefacto cultural (un libro, un ensayo, un artículo, etc-). O para decirlo de manera radical, y citando al mismo Foucault, hay que ver a los libros como una bomba molotov que ayude a derribar obstáculos para que uno siga avanzando en su camino.

Podríamos agregar un tercer sentido al libro-herramienta, y es el referido a que al ser el libro una  caja de herramientas implica significa que su uso adecuado dependerá mucho de la experticia del lector. Es decir, las bondades del libro-herramienta serán bien aprovechadas siempre y cuando el lector sepa utilizarlo con sus propias manos. Con esto no quiero decir que hay libros sólo para una determinada casta. No. Lo que trato de decir es que hay herramientas (libros) que los utilizamos de inmediato y, también, hay otras herramientas que requieren paciencia para poder usarlos como herramientas (creo que aquí los manuales pueden ser inútiles).

El libro Apuntes autistas de Alberto Fuguet, publicado el año 2007, es perfectamente una caja de herramientas para uso inmediato. Las herramientas que ofrece Fuguet no es para un público erudito o un público especializado en literatura, sino más bien para un público que recién comienza a recorrer los precipitados senderos de la escritura; que está interesado en el “detrás de cámaras” de la escritura. Esto no hace menor al libro, sino más bien todo lo contrario, hace justicia al título que lleva el libro (Apuntes...).

Apuntes autistas puede ser visto de diferentes maneras. Para mí se acerca más un hermoso collage de ideas, entrevistas, crónicas, historias, relatos, testimonios, etcétera. En donde abundan muchos datos valiosos, sobre todo, los referidos al tema de la iniciación de la escritura.

Desfilan en el libro muchos autores latinoamericanos y norteamericanos. Así como también directores de cine y guionistas. La combinación de esos dos mundos, cine y literatura, está bien hecha, gracias a la pluma de Alberto Fuguet.

Por último, este libro-herramienta, también puede devenir en un libro-mapa. Lo digo porque de principio a fin son muchas las ciudades que Fuguet menciona, principalmente, Santiago, Nueva York, California, Austin. La relación no es casual, sino más bien coincidencia, ya que el autor vivió en California y Santiago (actualmente radica en esta ciudad). Entonces, el lector podrá recorrer algunas calles o avenidas de ésas ciudad, o librerías o salas de cine, con un guía de lujo.

miércoles, 8 de mayo de 2013

crónica de una marcha anunciada


- "¿Vas mañana a la marcha?", dice un mensaje de texto que me acaba de enviar Vicho.
La pregunta no es menor, ya que una marcha estudiantil aquí en el Gran Santiago significa experimentar el acto de inundar las calles; de tomar un "baño de multitud"; de bailar al ritmo de la batucada; de comer limón con cáscara antes que me llegue al rostro el gas lacrimógeno.
Miércoles 11:00 hrs. me encuentro en la Alameda marchando por una educación pública, gratuita y de calidad. Vicho, muy puntual, también. Pero además de nosotros hay miles de miles de personas congregadas por esta causa (según los organizadores 80.000 personas).
Una marcha estudiantil puede ser vista como un termómetro social, porque mide desde el grado de indignación hasta el grado de conciencia de los derechos ciudadanos. En ese sentido, esta marcha demuestra que los estudiantes no piden sino más bien exigen un derecho fundamental: educación-pública-gratuita-y de calidad.
Pero las marchas aquí a diferencia de Perú, no se reduce al grito y a las "palmas compañeros". Es una fiesta. Hay grupos de batucadas, de baile, de danzas de pueblos originarios. No es necesario gritar toda la marcha, ya que cambiando lo que hay cambiar eso sería una procesión (como ocurre en Perú). Según Vicho, a inicios de los '90 la marcha se vuelve más "entretenida". Así es que guardo la esperanza que algún día ese cambio pueda darse también en Perú.
Me encuentro con otro amigo, Joaquín, y me dice que recién el año 2011 en adelante el tema de la educación se convierte en un tema central para el Estado, aunque ello no signifique que se haya resuelto los principales problemas de fondo. Y justamente por eso ahora estamos marchando, para conseguir las principales reformas, una de ellas, el acceso universal a la educación para todas las personas de forma gratuita y que sea de calidad, ya que actualmente ser profesional en Chile implica endeudarse casi de por vida para financiar una carrera profesional.
Mientras vamos avanzando, Vicho se encuentra con un grupo de amigos, entre ellos, hay una alemana. Se llama Patricia, es profesora de educación diferencial y habla un español-chileno casi perfecto. Ella me cuenta que le gusta las marchas, yo respondo que a mí también, y que si en un mes no se organiza otra  pues lo organizaremos los dos. Se ríe, y me muestra una hermosa sonrisa adornada con dos ojos azules. Patricia me dice que lo único que no le gusta de las marchas es la intervención salvaje de la policía con el uso de gases lacrimógenos.
- Allá en Alemania -dice Patricia- la policía antes de intervenir con gases lacrimógenos da un aviso para que  la gente pueda retirarse (por ejemplo, madres con hijos), y no quede "la cagá". Yo quedo sorprendido con lo que me cuenta, mientras aquí la policía es sinónimo de excesos, allá, en cierta forma, es sinónimo de orden, incluso antes de reprimir a los manifestantes.
Llevamos casi dos horas marchando y al fin llegamos al final del recorrido. En el escenario está cantando Manuel García. Hay muchísimos tarareando la letra de sus canciones. Pero, a un costado del escenario, hay un enfrentamiento entre "encapuchados" y la policía. Estos últimos comienzan a lanzar gases lacrimógenos y a usar un carro lanza-agua para dispersar, no sólo a los encapuchados, sino a todas las personas que marchamos.
Ante esto, Vicho, de manera muy razonable, me dice, "vamos antes que quede la cagá". Yo respondo vamos, hoy no traje limones.

Me preguntaba

Me preguntaba de qué color era tu pelo. Era tan oscura mi pieza que para caminar había que usar el celular, desafortunadamente, aquel día, el aviso de corte de luz llegó antes que tu visita.
Cuando desperté ya no estabas, lo único que encontré fue unas manchas de pintalabios en mi cuello y varias marcas de tus uñas en mi espalda.
Ahora que lo pienso nuevamente, echado en mi pieza oscura, quizás solo fuiste un sueño. O mejor dicho un recuerdo que solo se hace presente en mis sueños.