lunes, 28 de julio de 2014

BUEN HUMOR PARA EL MAL TIEMPO

Planificas tu viaje, siempre, cuidando hasta los mínimos detalles. Tratas que las escalas no sean eternas. Llegas al aeropuerto no dos hora antes de tu vuelo, sino hasta tres horas antes, y no solo eso también tratas de recordar todas las horas locales de los países, en caso, que viajes al extranjero.

Lo que no puedes descartar, u olvidar, es que cada viaje que emprendes es casi como un juego, y muchas veces tú no eres el que tiras los dados; sino, a veces, el azar.

Tenía planeado llegar a Chicago a las 11:30 a.m. (hora local), pero el vuelo que me llevaba allí fue cancelado por el mal clima que había en Dallas. Antes de enterarme de aquella noticia, había pasado con éxito una engorrosa revisión migratoria y aduanera. Dallas era la ciudad en que arribaba mi vuelo desde Santiago. Quizás esto debería ser un asunto menor, sin embargo, no lo es cuando lo haces por primera vez. En algunos rostros veía una naturalidad durante el proceso de revisión: poner todas sus cosas (billetera, correa, celular, etc.) en una bandeja de plástico, y luego quitarte los zapatos –en mi caso, zapatillas- y atravesar descalzo por una maquina que me imagino es para saber si llevas drogas o armas.

Luego de la revisión migratoria y aduanera busqué la puerta de embarque de mi vuelo a Chicago. Es ahí cuando me entero que éste fue cancelado, por el mal tiempo. Efectivamente, aquí en Estado Unidos es verano, pero quien puede librarse o predecir fácilmente este tipo de situaciones climáticas. Desde el aeropuerto de Dallas podía ver el cielo nublado y la lluvia que había afuera. “Caballero, nomás” –me dije a mí mismo.



- Excuse me, do you speak spanish?
- No, I don’t. Sorry.

Si no hablas ingles en los Estados Unidos, literalmente, estás frito. En otras situaciones es más fácil arreglártelas con el idioma, como por ejemplo, en un restaurant. En cambio, cuando estás en medio de un problema, así sea pequeño o grande (como perder tu vuelo), las cosas cambian.

Se me acerca un señor, de unos 40 años, y me dice:

- Excuse me, Sir. Can I help you? I speak Spanish and English.
- Really?
- Yes.
- Of course, thank you so much.

No sé cómo se llama esta persona, lo único que sé es que tiene un acento mexicano, y habla un inglés fluido. Él estaba justo detrás mío, esperando su turno para que lo atiendan. Él me ayudo a solucionar la reprogramación de mí vuelo, y luego de esto me di cuenta que el asunto no era tan complicado como me lo imagine. Ahora no iba de Dallas a Chicago, sino más bien de Dallas a Miami, y después de allí a Chicago.

Mientras resolvía este pequeño inconveniente, Allison, ya estaba en Chicago, esperándome junto a su abuela y su tía. Llegué a Chicago a las 5:30 p.m., y luego emprendimos nuestro viaje rumbo a Iowa.


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