lunes, 13 de agosto de 2012

Diario educar (fragmento)


Una de la primeras crónicas de este blog está dedicada a Constantino Carvallo Rey (+), filósofo y educador peruano. Después de tres años que vuelvo a tomar su libro "Diario Educar. Tribulaciones de un maestro desarmado",  he encontrado la misma frescura que cuando lo leí por primera vez e, incluso, mucho tiempo atrás, cuando lo escuché por primera vez en una entrevista televisiva (La ventana indiscreta), hace más de ocho años.

El libro, tal como lo indica su título, es el diario de un maestro que, no obstante las adversidades del medio educativo peruano, fue perseverante en su lucha por una educación en libertad, ausente de toda doctrina o dogma. La única manera de conseguir tan noble fin era creando su propio colegio. Y así lo hizo, creó "Los Reyes Rojos" (nombre de un poema de Eguren), en donde los alumnos provenían de diversos sectores sociales, es decir, no había un perfil de postulante cerrado. Tuve conocimiento que pasaron por ese colegio jóvenes de sectores populares (algunos de ellos, años después se destacaron en el fútbol profesional, como es el caso del "foquita farfán").

Hecho este breve esbozo quiero citar un líneas del libro que trata sobre el deporte. Espero que les guste.

"Hay que hacer la diferencia. La educación física por un lado, el deporte por el otro. Porque la educación física puede desarrollar la velocidad, la coordinación o la potencia. El deporte, en cambio, educa la virtud, el carácter, la moralidad.

La moralidad es ley y es, también vigor. Ley significa control, vigor es resistencia. Tener moral es ser capaz de crear y obedecer la ley, someterse voluntariamente a un orden que nos hace verdaderamente libres. Una ley que no es solo el reglamento del deporte, sino la orden que nos damos para controlar la ira o la rabia, el control que tenemos sobre nosotros mismos y que nos permite mantener siempre la atención y la concentración.

Tener resistencia es enfrentar la adversidad sin caer en la desesperanza o la negatividad. La moral es también una fuerza que impide que decaigamos en la lucha, aunque nada permite ya suponer el triunfo. La palabra virtud significa eso: fuerza. Así el deporte no enseña, como difícilmente puede hacerlo el salón de clases, a creer, a tener confianza en los recursos propios, una confianza que, a esa edad, se relaciona directamente con la tolerancia que muestra quienes deben corregirnos el error.

Además, el deportista auténtico ama el obstáculo que lo separa del triunfo. El ciclista sabe que la montaña es lo que le permite alcanzar su fin."

"Diario Educar. Tribulaciones de un maestro desarmado". página 172.







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