Ayer, junto a mis amigos de Bicipaseos Patrimoniales (Nicolas, Claudia, Pamela) tuve la oportunidad de visitar al Rey de la Milanesa del gran Santiago, quien nos dedico parte de su preciado tiempo para hablarnos de su reinado.
Juan Arriagada García viaja en 1974 a Buenos Aires. Uno de los motivos fue el buscar un mejor porvenir, dada la inestabilidad política que se vivía en el país (golpe militar). Trabajó haciendo muchas cosas; comenzó, primero, vendiendo libros, discos, hasta, luego, tener su propio restaurant, que se llamaba “Capablanca” (Juan es un apasionado por el Ajedrez). Para ese entonces (1985), ya estaba con toda su familia en Buenos Aires. Su esposa y compañera de toda la vida, Elena Gajardo, fue quien impulso la idea de ofrecer la famosa “milanesa” al público que concurrían al restaurant, principalmente, personas apasionadas al deporte ciencia.
Es en 1998 en que la familia Arriagada-Gajardo decide regresar a Chile. Esta experiencia –nos cuenta Juan- no fue del todo fácil. Al principio trabajo como garzón, luego, abrió un lubricentro, hasta que finalmente decidió poner un restaurant (2008). Este no tenía un nombre. Fue el amigo de su hijo Francisco quien les sugirió el nombre de “El rey de la milanesa”, ya que cada vez que visitaba a la familia, disfrutaba de la exquisita milanesa que preparaba doña Elena. Y como era de esperar, el principal plato que se iba a ofrecer en el restaurant iba a ser la Milanesa. Milanesa en sus diferentes presentaciones y tipos: “a caballo” (milanesa con huevos y papas fritas); napolitana (jamón, queso y orégano); káiser (jamón y queso); de pollo, carne, pavo. El cliente puede elegir el que más le guste, el reinado de Juan y Elena, lo complacerá.
El público que visita al Rey de la Milanesa es de lo más variado, incluso, hay muchos argentinos y uruguayos que frecuentan el restaurant, quienes llegan a decir: “aquí los preparan más rico que en la Argentina o el Uruguay”. También, algunos personajes de la televisión chilena han deleitado de la especialidad de las casa, uno de ellos, Ivan Arenas, más conocido como el “Profesor Rossa”.
Con mis amigos pudimos comprobar la fama del restaurant. Una rica milanesa acompañada con un delicioso puré de papas, y un refrescante jugo, fue suficiente para refrendar los dichos de los clientes.
Hay que destacar también la excelente atención que brinda el restaurante. Amabilidad, cordialidad y exquisitas milanesas, serían las mejores palabras para resumir nuestra visita al Rey (o reinado) de las milanesas del gran Santiago.
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