Cuando llegué al mundo, él, mi hermano, tenía dos años. Willy hizo en cierta manera que mi niñez transcurra y no pierda rápidamente lo dulce que tiene la niñez. Pero también que no sea tan dura, más aún cuando a la edad de un año yo me enferme de poliomielitis.
De los pocos recuerdos que conservo de mi niñez recuerdo que con Willy nos pasábamos todo el día jugando y peleando. Difícil que prevaleciera un aspecto en desmedro del otro.
Llegó el colegio, y ambos íbamos al mismo colegio, solo con la diferencia que Willy estaba en segundo año de primaria y yo en primero. No obstante nos encontrábamos a la hora de recreo y luego a la hora de salida, para venir juntos a la casa. Por aquel entonces yo tenía seis años, no era muy sociable, tenía pocos amigos, era algo tímido, y más de una vez era presa favorita para las bromas de la clase.
Recuerdo que en mi etapa escolar, no era un buen alumno, en cambio, Willy sí, por ello cada vez que estaba a punto de repetir el año escolar mi profesora mandaba a llamar a mi hermano para decirle que si no estudiaba y hacía las tareas iba a reprobar el año escolar. Luego, ya en la secundaria, en el Montessori en Arequipa, estas escenas también se repetirían, aunque no muy seguido. Sin embargo, Willy era mi cómplice y poco o nada llegaba a los oídos de mi padre.
Cuando willy estaba a punto de entrar al tercer año de secundaria (1994) se cambio de colegio, mejor dicho, mi padre lo cambio al Colegio Militar de Arequipa, Francisco Bolognesi. Colegio que por aquella época aún gozaba de buena fama, y cualquier estudiante no podía entrar fácilmente, no por un asunto de notas si no por un asunto de “vara” o “recomendación” de parte de un alto mando del ejército peruano al futuro estudiante. Un rezago de la mentalidad feudal del Perú. Este cambio, emocionalmente, me afecto mucho, ya que casi toda mi vida la había pasado de arriba para abajo con Willy. Ese desprendimiento, o alejamiento, ya que él se iba a un colegio con modalidad internado, me sirvió mucho para vivir solo en adelante.
Después de la época escolar volvimos a las andanzas, aunque él tenía su grupo de amigos y yo el mío, por ejemplo, él jugaba Basquet y yo fútbol. En el año de 1998 me tocó, ahora, desprenderme de él y de la familia, regrese a Tacna a estudiar Derecho. Y una vez terminado mis estudios y graduado de abogado me vine al Gran Santiago a estudiar un posgrado a la Universidad de Chile, gracias a una beca de estudios.
El 2010 Willy se casó; por razones monetarias yo casi no viajo a su boda, creo que eso no me hubiera perdonado nunca, no obstante los milagros no caen del cielo sino se inventan y pude viajar a Tacna. Fue un gran momento, me sentí muy feliz en la ceremonia religiosa, teniendo en cuenta que soy poco religioso. Pude en dicho momento desprenderme -por un momento- de mi condición de hermano y verlo a Willy como una persona desconocida. Y vi a un hombre en su mejor momento: casándose con una tacneña, con dos hijos (Adrian y Beto), con un negocio que va progresando, con un círculo de amistades que lo aprecian mucho, etc. pero no solo eso, sino también a una persona que tiene una alegría-picardía; un aire de bonachón, no en vano más de una vez le han dicho Willy-loco.
Evoco estas líneas dedicadas a Willy, porque hoy es su cumpleaños. Imagino que él debe estar en este momento en un gran almuerzo con toda la familia, ya que, valgan verdades, Willy es muy sociable y querido, incluso, más que el Papa B. XVI. Imagino también que por la noche (o quizás ahora, también) se destaparan las botellas de cerveza (a willy no le gusta el vino ni el ron) y todos dirán: “salud por tu cumpleaños, Willy”.
2 comentarios:
Hermosos recuerdos, reencarnados.
Saludos y felicitaciones por el cumple.
Hola Beatriz:
Willy, mi hermano, está en Tacna (Perú). Como no iba a estar en la fiesta, recordé aquellos años de nuestra niñez. Creo que fue un pequeño regalo para él.
Gracias por tu visita, también estaré visitando tu blog, veo que te gusta, mejor dicho, vives, la literatura.
Un gran abrazo desde el Gran Santiago.
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