

Desde muy pequeño una de las cosas que esperaba con muchas ansias –aparte del recreo de la escuela- era la Navidad. El saber que en ésa noche iba a ser algo muy especial por muchas razones, entre ellas, los regalos y los fuegos artificiales.
Pero a medida que van pasando los años uno deja de darle importancia a los juguetes, ahora prefiere cosas más útiles: una bicicleta, ropa, libros, etc., etc (sinceramente no recuerdo cuando pasé por ese cambio, sólo tengo recuerdo del último juguete: un patrullero).
Estos últimos años note que lo más hermoso de la Navidad era compartir un momento especial con mi familia, claro esta, que en medio de ello estan las sorpresas, los regalos, los abrazos, el chocolate, el panetón, la quema de fuegos artificiales (a veces algunos miembros de la familia confundían navidad con año nuevo). Está también el lado religioso, el nacimiento de Jesús, la misa de media noche, que hace varios años deje de ir.
Hay que mencionar también a los amigos y las amigas, tanto cercanos o lejanos, quienes se toman un tiempo para alzar el teléfono para saludarte o escribirte una tarjeta navideña, la que luego será colgada en el árbol navideño.
Para mi esta Navidad será distinta, me encuentro lejos de casa, a muchos kilometros, con ganas inmensas de ver a mi familia, pero por diversos motivos decidí quedarme en donde actualmente estoy viviendo (Santiago). Confieso que estos días me ha invadido la nostalgia, sin embargo, la he aceptado y la he dejado que me visite. Esto último me ayuda a saber lo valioso que es tener una familia y, por otro lado, me da la esperanza de verla pronto.
Si la Navidad entre sus muchos significados es compartir, pues aquí compartí una experiencia contigo.
Un beso y un abrazo para toda mi familia y para todos mis amigos/as del Perú y del mundo!