Saber que será mala la obra que nunca estará acabada. Peor,
empero que ella, será la que nunca se empiece a escribir. La que se inicia
queda, al menos, iniciada. Será pobre pero real, como la planta mezquina en la
maceta única de mi vecina inválida. Esa planta es su alegría, y a veces también
la mía. Lo que escribo, aún sabiendo que es malo, puede sin embargo dar unos
momentos de distracción de lo peor a uno u otro espíritu apenado o triste. Eso me
basta o no me basta, pero de algún modo sirve, y así es toda la vida.
Fernando Pessoa,
Libro del desasosiego.
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