Una sociedad está constituida no solo por sus edificios, carreteras, catedrales, etc. está también constituida por lo que dice su gente. Y esto se puede materializar de muchas formas, entre ellas: los libros y los periódicos.
En Santiago se comienza a sentir los efectos de la tecno-ciencia-digital y los libros y diarios no han sido una excepción para padecer dichos efectos, específicamente, la digitalización de esos medios escritos. Se están cerrando muchas librerías (ya hablaré en otro post sobre una librería que conocí muy de cerca) y en vez de ello están siendo reemplazados por una boutique. También se están cerrando los diarios, por ejemplo, La Nación, un diario que pertenece al Estado, es decir, es de todos los chilenos. Si bien su cierre no es total, de forma indirecta sí lo es porque ya no se publica en formato impreso, sino en formato digital. “Tremendo” avance para estar a la “moda”!
Recuerdo que cuando llegue a Santiago (2009) me sorprendió mucho que La Nación se distribuyera de manera gratuita a las personas. Me dije a mi mismo: “ya no hay motivo para no estar al día con las noticias”. Por otro lado, también fue grata la sorpresa cuando supe que un escritor peruano publicaba su columna en dicho diario, y muchos de mis amigos santiaguinos eran sus “seguidores”.
Una pena grande que un diario del país se cierre (así sea indirectamente). Confieso que he La Nación fue uno de los primeros diarios por el que me llegaba a enterar del acontecer nacional e internacional. Good Bye, La Nación.
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