viernes, 18 de marzo de 2011

El Hablador

Compadre:
A ver si ese hueso magico te calma los impetus y dejas de ir puñeteando a los pobres borrachitos. El hueso es de tapir y el dibujo no es la cojudez que parece, unos palotes primitivos, sino una inscripcion simbolica. Se la dicto Morenanchiite, el señor del trueno, a un tigre, y éste a un brujo amigo mío de las selvas del Alto Picha. Si crees que esos símbolos son de remolinos de río o dos boas enroscadas durmiendo la siesta, puede que tengas razón. Pero son, principalmente, el orden que reina en el mundo. El que se deja ganar por la rabia tuerce esas líneas y ellas, torcidas, ya no pueden sostener la tierra. No querrás que, por tu culpa, la vida se desintegre y volvamos al caos original del que nos sacaron, a soplidos, Tusurinchi, el dios del bien, y Kientibakori, el dios del mal, ¿no, compadre? Así que no tengas más rabietas y menos por culpa mía. De todas maneras, gracias.
Chau,


Mascarita.

El Hablador, Mario Vargas Llosa, editorial Alfaguara 1987, pág. 24

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