Son impresionantes las cosas que nos suceden cuando no las planificamos o, habiéndolas planificado, encontramos un resultado distinto al esperado. Y eso es justamente lo que me pasó a pocas horas de recibir el año nuevo.
La playa sería el lugar escogido para recibir el 2009. Viajar en auto lo había descartado desde un inicio. Me animé, -de la noche a la mañana- recorrer los 50 kilómetros, en bicicleta, para llegar a la playa. Y aquí vienen los cambios de planes… pues la amiga, con quien iba a recibir el 2009, no llegó a la playa a la hora planificada (2 p.m.). Ella iba a llegar casi al caer la noche. Tenía entonces mucho tiempo para pasear por el pueblo pero no tenía muchas ganas porque estaba cansado y quería dormir como un bebé en la arena. Y así lo hice.
Al despertar de mi siesta sentí mi cuerpo más relajado y comencé recién el paseo por el pueblo. La playa aún no estaba invadida por las carpas y en eso me encontré con un grupo de chicas y chicos que tenían “tanas”, ojos claros, piel blanca y hablaban el castellano a las justas. Era un grupo de 6 jóvenes franceses que viajaban en una casa rodante desde Argentina, Chile y ahora estaban en Tacna, en la playa Boca del Río. Me acerque a ellos y a las justas pude pronunciar unas palabras en francés: “¡Bonjour!”, “¡J’m appelle Alex”, “J’habite Tacna”, “J’adore voyage”.
Las veces que he podido viajar fuera del país (Chile, Argentina y Bolivia) siempre he tenido la facilidad de entablar una amistad con la gente del país visitado. En cambio, en este país, se me hace un poco difícil; ya sea porque tengo una idea de los peruanos, o porque sé cómo reaccionará una persona (chica, por lo general) al quererle “meter letra”, y eso me deja con pocas ganar de volver a intentar. Pareciera que como extranjero, o con extranjeros, la amistad es más fácil, poco complicada (el idioma por lo general no es un obstáculo).
Confieso que me he sentido más libre en otros países que en el mío. En Chile me olvidé -para bien- que era peruano y tacneño; me sentía un ciudadano del mundo. Lo mismo me sucedió en Argentina, país que admiro y quiero mucho porque uno no deja de asombrarse de su gente, de su arte, de su cultura, de sus mujeres… En Bolivia he sentido una cercanía estrecha con el Perú, porque los dos se parecen mucho y tienen casi los mismos problemas.
Mis nuevos amigos me enseñaron algunas cosas que me gustaría compartir. Por ejemplo, la idea de la vida y del trabajo. Para ellos vivir nos es trabajar sino viajar. Trabajan para viajar. Cosa muy difícil para un peruano (o cualquier persona) que trabaja como si fuera un castigo y está a la espera de fin de mes para cobrar su sueldo para pagar las deudas y comprar bienes de consumo. No niego la necesidad de esto último pero me resulta inimaginable pensar que el mundo es sólo el trayecto de tu casa al trabajo y viceversa. Con ellos pude darme cuenta que el dinero no es el objetivo principal sino un medio para alcanzar los placeres de la vida; hay cosas que no tienen precio como, por ejemplo, un atardecer en la playa. Con ellos confirme, una vez más, la máxima que dice: “Quien dispone de un para que vivir es capaz de soportar casi cualquier cómo” (Nietzsche).
Otra cosa; con los viajes no solo disfruta el viajero sino también la gente del pueblo visitado. O sea hay doble experiencia: la del viajero y la del pueblo visitado. Incluso podría haber una tercera experiencia, que vendría a ser el resultado del choque o mezcla de ambas experiencias, por ejemplo, un amor, la música, el arte, etcétera, (ahora comprendo la diversidad de fusiones de la música Jazz: latin-jazz, bossa-nova, crio-jazz, flamenco-jazz, tango-jazz, electro-jazz, smoth-jazz).
Cuando el reloj marcó las 00:00 horas del 2009, brindamos con champagne; luego, dimos un paseo por la playa y saludamos a toda persona que encontrábamos en el camino. Por un momento me sentía confundido; a veces me sentía un viajero; otras veces como parte del pueblo visitado; otras no sabía quién era.
David, Am, Judit, Camila, James, y la chica que no recuerdo su nombre, tienen aún mucho por viajar. Su próximo destino, una vez terminado de conocer el Perú, es Ecuador, Colombia y Venezuela. Luego partirán de nuevo a casa (Francia) para contar sus experiencias de viajeros y seguirán trabajando para seguir viajando. Quizás el próximo destino ya no sea Sudamérica sino tal vez la India, China o cualquier país del mundo.
La playa sería el lugar escogido para recibir el 2009. Viajar en auto lo había descartado desde un inicio. Me animé, -de la noche a la mañana- recorrer los 50 kilómetros, en bicicleta, para llegar a la playa. Y aquí vienen los cambios de planes… pues la amiga, con quien iba a recibir el 2009, no llegó a la playa a la hora planificada (2 p.m.). Ella iba a llegar casi al caer la noche. Tenía entonces mucho tiempo para pasear por el pueblo pero no tenía muchas ganas porque estaba cansado y quería dormir como un bebé en la arena. Y así lo hice.
Al despertar de mi siesta sentí mi cuerpo más relajado y comencé recién el paseo por el pueblo. La playa aún no estaba invadida por las carpas y en eso me encontré con un grupo de chicas y chicos que tenían “tanas”, ojos claros, piel blanca y hablaban el castellano a las justas. Era un grupo de 6 jóvenes franceses que viajaban en una casa rodante desde Argentina, Chile y ahora estaban en Tacna, en la playa Boca del Río. Me acerque a ellos y a las justas pude pronunciar unas palabras en francés: “¡Bonjour!”, “¡J’m appelle Alex”, “J’habite Tacna”, “J’adore voyage”.
Las veces que he podido viajar fuera del país (Chile, Argentina y Bolivia) siempre he tenido la facilidad de entablar una amistad con la gente del país visitado. En cambio, en este país, se me hace un poco difícil; ya sea porque tengo una idea de los peruanos, o porque sé cómo reaccionará una persona (chica, por lo general) al quererle “meter letra”, y eso me deja con pocas ganar de volver a intentar. Pareciera que como extranjero, o con extranjeros, la amistad es más fácil, poco complicada (el idioma por lo general no es un obstáculo).
Confieso que me he sentido más libre en otros países que en el mío. En Chile me olvidé -para bien- que era peruano y tacneño; me sentía un ciudadano del mundo. Lo mismo me sucedió en Argentina, país que admiro y quiero mucho porque uno no deja de asombrarse de su gente, de su arte, de su cultura, de sus mujeres… En Bolivia he sentido una cercanía estrecha con el Perú, porque los dos se parecen mucho y tienen casi los mismos problemas.
Mis nuevos amigos me enseñaron algunas cosas que me gustaría compartir. Por ejemplo, la idea de la vida y del trabajo. Para ellos vivir nos es trabajar sino viajar. Trabajan para viajar. Cosa muy difícil para un peruano (o cualquier persona) que trabaja como si fuera un castigo y está a la espera de fin de mes para cobrar su sueldo para pagar las deudas y comprar bienes de consumo. No niego la necesidad de esto último pero me resulta inimaginable pensar que el mundo es sólo el trayecto de tu casa al trabajo y viceversa. Con ellos pude darme cuenta que el dinero no es el objetivo principal sino un medio para alcanzar los placeres de la vida; hay cosas que no tienen precio como, por ejemplo, un atardecer en la playa. Con ellos confirme, una vez más, la máxima que dice: “Quien dispone de un para que vivir es capaz de soportar casi cualquier cómo” (Nietzsche).
Otra cosa; con los viajes no solo disfruta el viajero sino también la gente del pueblo visitado. O sea hay doble experiencia: la del viajero y la del pueblo visitado. Incluso podría haber una tercera experiencia, que vendría a ser el resultado del choque o mezcla de ambas experiencias, por ejemplo, un amor, la música, el arte, etcétera, (ahora comprendo la diversidad de fusiones de la música Jazz: latin-jazz, bossa-nova, crio-jazz, flamenco-jazz, tango-jazz, electro-jazz, smoth-jazz).
Cuando el reloj marcó las 00:00 horas del 2009, brindamos con champagne; luego, dimos un paseo por la playa y saludamos a toda persona que encontrábamos en el camino. Por un momento me sentía confundido; a veces me sentía un viajero; otras veces como parte del pueblo visitado; otras no sabía quién era.
David, Am, Judit, Camila, James, y la chica que no recuerdo su nombre, tienen aún mucho por viajar. Su próximo destino, una vez terminado de conocer el Perú, es Ecuador, Colombia y Venezuela. Luego partirán de nuevo a casa (Francia) para contar sus experiencias de viajeros y seguirán trabajando para seguir viajando. Quizás el próximo destino ya no sea Sudamérica sino tal vez la India, China o cualquier país del mundo.
Buen viaje amigos y ojala nos volvamos a cruzar en el viaje de la vida!
7 comentarios:
si amigoo si t vii ese diaa q wenoo q la hayas pasaado tambien !!
saludosss
marianooo!!!
Hola Mariano:
Sí lo recuerdo, nos dimos un abrazo de año nuevo, y dijimos: salud por el 2009! Gracias por tu visita al Blog.
Alex
Estimado Alex:
Recibe el saludo fraterno de un amigo... He leído tus crónicas, alimentadas de tus vivencias, con entusiasmo, pues te felicito y te agradezco por compartir historias que retratan los avatares de la vida.
Desde esta tribuna, que es tu tribuna, te renuevo mis saludos, y un venturoso Año 2009.
Fernando Córdova Tafur
Arequipa-Perú
ola alex me sorprende que conozcas a personas que tengan un estilo de vida diferente , tal vez tu la tengas tambien , que buen recibimiento de año en verdad .
Que grande Alex. Un dia viajaras por otro lados de esta pelota de piedra y agua que vaga por el universo. Y los llevaste a los franceses al bosque de chalnhuales q esta a la espalda del cristo?
un abrazo 2009
ivan
Para: Fernando
Gracias por tu visita. Igualmente, te deseo un muchos éxitos en este 2009 y gracias por tu visita.
Un fuerte abrazo desde esta tribuna.
Para: Ivan
Te cuento que en medio de la resaca de año nuevo no pudimos dar un paseo al valle que está detrás del Cristo.Muchas gracias por el post.
Un abrazo!
Hola Amigo/a anónimo/a:
Mi vida es como la de un "normal" con la diferencia que cada día trato de re-crearla,y una forma es conociendo gente de otros lugares
Un saludo especial para ti.
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