lunes, 29 de agosto de 2011

El cadete está de fiesta


Cuando llegué al mundo, él, mi hermano, tenía dos años. Willy hizo en cierta manera que mi niñez transcurra y no pierda rápidamente lo dulce que tiene la niñez. Pero también que no sea tan dura, más aún cuando a la edad de un año yo me enferme de poliomielitis.
De los pocos recuerdos que conservo de mi niñez recuerdo que con Willy nos pasábamos todo el día jugando y peleando. Difícil que prevaleciera un aspecto en desmedro del otro.
Llegó el colegio, y ambos íbamos al mismo colegio, solo con la diferencia que Willy estaba en segundo año de primaria y yo en primero. No obstante nos encontrábamos a la hora de recreo y luego a la hora de salida, para venir juntos a la casa. Por aquel entonces yo tenía seis años, no era muy sociable, tenía pocos amigos, era algo tímido, y más de una vez era presa favorita para las bromas de la clase.
Recuerdo que en mi etapa escolar, no era un buen alumno, en cambio, Willy  sí, por ello cada vez que estaba a punto de repetir el año escolar mi profesora mandaba a llamar a mi hermano para decirle que si no estudiaba y hacía las tareas iba a reprobar el año escolar. Luego, ya en la secundaria, en el Montessori en Arequipa, estas escenas también se repetirían, aunque no muy seguido. Sin embargo, Willy era mi cómplice y poco o nada llegaba a los oídos de mi padre.
Cuando willy estaba a punto de entrar al tercer año de secundaria (1994) se cambio de colegio, mejor dicho, mi padre lo cambio al Colegio Militar de Arequipa, Francisco Bolognesi. Colegio que por aquella época aún gozaba de buena fama, y cualquier estudiante no podía entrar fácilmente, no por un asunto de notas si no por un asunto de “vara” o “recomendación” de parte de un alto mando del ejército peruano al futuro estudiante. Un rezago de la mentalidad feudal del Perú. Este cambio, emocionalmente, me afecto mucho, ya que casi toda mi vida la había pasado de arriba para abajo con Willy. Ese desprendimiento, o alejamiento, ya que él se iba a un colegio con modalidad internado, me sirvió mucho para vivir solo en adelante.
Después de la época escolar volvimos a las andanzas, aunque él tenía su grupo de amigos y yo el mío, por ejemplo, él jugaba Basquet y yo fútbol. En el año de 1998 me tocó, ahora, desprenderme de él y de la familia, regrese a Tacna a estudiar Derecho. Y una vez terminado mis estudios y graduado de abogado me vine al Gran Santiago a estudiar un posgrado a la Universidad de Chile, gracias a una beca de estudios.
El 2010 Willy se casó; por razones monetarias yo casi no viajo a su boda, creo que eso no me hubiera perdonado nunca, no obstante los milagros no caen del cielo sino se inventan y pude viajar a Tacna. Fue un gran momento, me sentí muy feliz en la ceremonia religiosa, teniendo en cuenta que soy poco religioso. Pude en dicho momento desprenderme -por un momento- de mi condición de hermano y verlo a Willy como una persona desconocida. Y vi a un hombre en su mejor momento: casándose con una tacneña, con dos hijos (Adrian y Beto), con un negocio que va progresando, con un círculo de amistades que lo aprecian mucho, etc. pero no solo eso, sino también a una persona que tiene una alegría-picardía; un aire de bonachón, no en vano más de una vez le han dicho Willy-loco.
Evoco estas líneas dedicadas a Willy, porque hoy es su cumpleaños. Imagino que él debe estar en este momento en un gran almuerzo con toda la familia, ya que, valgan verdades, Willy es muy sociable y querido, incluso, más que el Papa B. XVI. Imagino también que por la noche (o quizás ahora, también) se destaparan las botellas de cerveza (a willy no le gusta el vino ni el ron) y todos dirán: “salud por tu cumpleaños, Willy”.


sábado, 27 de agosto de 2011

Constantine Cavafy

La ciudad

Dijiste: "Iré a otra ciudad, iré a otro mar.
Otra ciudad ha de hallarse mejor que ésta.
Todo esfuerzo mío es una condena escrita;
y está mi corazón - como un cadáver - sepultado.
Mi espíritu hasta cuándo permanecerá en este marasmo.
Donde mis ojos vuelva, donde quiera que mire
oscuras ruinas de mi vida veo aquí,
donde tantos años pasé y destruí y perdí".

Nuevas tierras no hallarás, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá. Vagarás
por las mismas calles. Y en los mismos barrios te harás viejo
y en estas mismas casas encanecerás.
Siempre llegarás a esta ciudad. Para otro lugar -no esperes-
no hay barco para ti, no hay camino.
Así como tu vida la arruinaste aquí
en este rincón pequeño, en toda tierra la destruiste.
 
(Versión de Miguel Castillo Didier)

lunes, 22 de agosto de 2011

Jornada a mil por hora

Despierto. Son las 9:30 a.m. tengo pocos animos para desprenderme de la cama. Miro la ventana desde mi cama y veo como penetran los rayos del sol por la cortina. Saco fuerzas y me levanto. Voy a la ducha, el agua está caliente, tanto así que sigo entre-sueños.

(15 horas después).

Después de haber escrito un artículo, leído un libro sobre la misión de la universidad, dictado una clase, reunido con mi profesor guía de tesis, peleado con el conserje del edificio... estoy sentado frente al computador y me pregunto si mañana  mi día será así también.

(8 horas después)

Prefiero escribir un cuento, leer a Cortazar, conversar con gente nueva, reunirme con la chica que dejó de llamar, amistarme con el conserje del edificio...



lunes, 15 de agosto de 2011

UN CHILE POR LA EDUCACION



Los estudiantes de Chile, escolares y universitarios, se encuentran en paro por más de dos meses. El pasado lunes nueve de agosto más de 150 000 personas salieron a las calles a exigir al gobierno de Sebastián Piñera una reforma integral a la educación. La lucha se ha manifestado de diversas maneras, todas pacíficas, (aunque los medios de comunicación la tergiversen): movilizaciones por las principales calles; toma de colegios y universidades; discusión sobre esta problemática entre docentes, alumnos y la sociedad; velatones frente al Palacio de la Moneda; conciertos de música; maratones por la educación, etc. La ciudadanía, estas últimas semanas, ha expresado su apoyo a los estudiantes mediante los famosos “cacerolazos” en todo el país.
Para los que aún no lo saben, en Chile, la educación pública universitaria se paga, y se paga muy caro, siendo una de las más caras del mundo. Un estudiante universitario se puede endeudar hasta con $40 000 mil dólares para financiar su carrera universitaria. Es decir, la educación pública solo es “pública” de nombre. Esto data desde el gobierno dictatorial de Augusto Pinochet, quien hizo varias reformas a la educación; o sea, son más de treinta años que la educación no ha parado de abrir una brecha social entre los propios chilenos, en donde solo los que tienen más dinero pueden acceder a una educación superior de calidad. Otro problema es la descentralización, antiguamente, se dice, que los santiaguinos al no poder ingresar a una universidad “pública” se iban a estudiar a una universidad “pública” de región. Hoy la figura es a la inversa, nadie quiere irse a región a estudiar, son más bien los estudiantes de regiones quienes vienen a estudiar a la capital. La razón es casi obvia, las universidades de Santiago están mejor implementadas que en regiones en términos académicos e infraestructura (salvo honrosas excepciones).
El gobierno de Sebastián Piñera durante estos más de dos meses de movilizaciones estudiantiles sólo se ha limitado a ofrecer parches al problema: ha ofrecido incrementar el presupuesto en educación, pero no ha dicho nada respecto a una reformar integral a la educación; ha ofrecido la creación de una institución pública que fiscalice a las universidades privadas que lucran con la educación, dado que está prohibida por ley y que sin embargo se da en la práctica, pero no ha dicho nada respecto a la “gratuidad” de la educación en todos sus niveles. En otras palabras, el gobierno ha querido mantener contentos a todos los actores involucrados, por un lado, a los mismos estudiantes; por otro lado, a los políticos del gobierno y al sector empresarial, dueños de algunas universidades. Y ahora último, ha dicho, muy fiel a su pensamiento empresarial: “nada es gratis en la vida”.
Otro grave error del gobierno ha sido el uso desmedido de la fuerza pública contra las movilizaciones estudiantiles, haciendo un uso indiscriminado de gases lacrimógenos y el empleo brutal  de la fuerza. Un claro ejemplo es la represión al intento de movilización de los estudiantes el día cuatro de agosto. Según el gobierno dicho accionar se debió a que la marcha convocada no estaba autorizada por la Intendencia de Santiago, sin embargo, la Constitución de Chile dice que, “toda persona tiene derecho a reunirse de manera pacífica, sin previo aviso a la autoridad”. No obstante el respaldo constitucional de reunirse, los estudiantes fueron reprimidos por Caribineros, quienes con caballos, gases, chorros de agua del famoso “guanaco” (vehículo lanza aguas), disuadieron violentamente a los estudiantes (entre ellos, habían muchos menores de edad). Sobre este último punto, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a través de su página web, se ha pronunciado sobre estos hechos y ha solicitado al Estado chileno a que le informe a la brevedad posible sobre la afectación de derechos de los estudiantes que no pudieron movilizarse porque fueron reprimidos por Carabineros.
Frente a este sombrío panorama, y en lo que respecta a nosotros, cabe preguntarnos: ¿cuál es el estado de la educación pública en el Perú?, ¿el gobierno de Humala tendrá aquella voluntad política que carece el gobierno de Piñera para reformar la educación? Más allá de cualquier respuesta que podamos brindar a las preguntas, considero que el movimiento estudiantil chileno debe servirnos para analizar nuestra realidad en materia de educación. O dicho en otras palabras, debe servirnos para criticar la actual política de educación que existe en el Perú porque -valgan verdades- no estamos bien, así lo ha señalado la UNESCO en más de una oportunidad; por tanto, es necesario indicar no solo los problemas materiales sino también los paradigmas y valores que la gobiernan. Por ejemplo, llama mucho la atención el por qué los escolares en el Perú no salen a las calles -o no utilizan cualquier otro medio- para reclamar por una mejor educación. Aquí desde luego, hay un problema de índole social-cultural, podría decirse incluso que aún existen rezagos de una educación autoritaria y colonial al interior de las aulas de los colegios, en donde el menor reclamo es silenciado. La educación cívica, hasta ahora, sólo es expresada con los famosos desfiles “cívico-militares”, más no con un debate amplio sobre los derechos de los estudiantes y, en el presente caso, el derecho a una educación gratuita y de calidad, como lo vienen haciendo los estudiantes de Chile.
       

MalEducados! el problema de la educación en Chile. from Diego Marin Verdugo on Vimeo.

miércoles, 10 de agosto de 2011

el por qué amo las protestas y los limones


Hasta ahora en el Gran Santiago sólo me gustaba el vino tinto, ya sea con la grata compañía de mis amigos y amigas en un asado o al contemplar el atardecer desde el octavo piso de mi departamento. Pero ahora me gustan las protestas y los limones.
Antes, en Perú, no había experimentado con tanta intensidad una movilización ciudadana (salvo en mi época de estudiante universitario en Tacna). Sentirse un perfecto desconocido o parte de un todo, es una experiencia que sólo te puede brindar una marcha o un concierto de rock.
En las marchas hay una heterogeneidad unida por una causa o muchas causas. Dentro de la marea están los sentimientos expresados en un cartel de hoja bond que puede decir: “estoy endeudado de por vida por mi educación”; está también el sonido de los tambores, mezcla de marcha o samba, y está también la danza de los grupos que bailan en medio de la marea.
Una marcha de protesta es una marea que copa, rebalsa, la calle. Marea compuesta por jóvenes, viejos, niños, adultos. Una marea perfecta, porque lo arrastra todo y lo bota todo. Arrastra emociones y sentimientos. Bota las diferencias y los prejuicios. Todos somos diferentes pero a la vez iguales, gracias a la marea.
Pero la marea puede chocar con muchas cosas, por ejemplo, con la Represión. Y es ahí -dicho en términos chilinensis- “queda la escoba”. Es decir, “la cagada”. ¿Qué haremos ante los gases lacrimógenos que ingresan por nuestras fosas nasales y luego va a nuestros pulmones que, dicho sea de paso, están lo suficientemente dañados por la contaminación de la ciudad como para que inhalar gas lacrimógenos? Limón, mi hermano; limón.


jueves, 4 de agosto de 2011

represión e impunidad


Son las 23 horas en el Gran Santiago y –supuestamente- debería ya de ir terminar el día, pero al parecer esta noche será larga. La noche siempre ha sido elegida para los amantes, los asesinos y también por la represión y, en el presente caso, para los que quieren reprimir el movimiento estudiantil.
Hay cientos de colegios tomados en Chile, por parte de los estudiantes, quienes exigen una educación gratuita y de calidad, sin embargo el gobierno ha hecho caso omiso a ese pedido, habiéndose limitado a ofrecer medidas parciales o meros parches al problema. Los estudiantes llevan más de dos meses de lucha, y en todo ese tiempo  han tenido el respaldo de la sociedad en su conjunto, (hoy se evidencio con el cacerolazo programado a las 9:00 pm).
Si, esta noche será larga, se escuchan los disparos (de bombas lacrimógenas, de balas?), las sirenas de los patrulleros, las botas de los policías, los gritos de los estudiantes, en sí es  la represión la que está andando en el Gran Santiago, con su manto de impunidad.


Nicholas Payton - Fleur de Lis