jueves, 20 de enero de 2011

SU MAJESTAD, MICHEL JORDAN


La primera vez que leí algo sobre Michel Jordan (Air Man) fue en la Revista "Minos" (2008). En dicha revista, Juan Carlos Valdivia, escribió un artículo que llevaba por título: Michel Jordan: 99% transpiración y 1% imaginación, en donde describía al jugador deportistícamene, acompañada de algunas citas.

"Puedo aceptar fallar, pero no puedo aceptar el no intentarlo"

"Nunca me fijé en las consecuencias de perder un tiro importante... cuando tu piensas en las consecuencias, siempre piensas en un resultado negativo"

"El talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos"

"Siempre he creído que si trabajas, los resultados vendran solos. No hago las cosas a medias, porque sé que si lo hago entonces solo puedo esperar tener resultados a medias"

"He fallado más de 9000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 juegos. 26 veces han confiado en mi para tomar el tiro que ganaba el juego y lo he fallado. He fallado una y otra y otra vez en mi vida. Y es por eso que he tenido éxito."

"Mi actitud es tal que, si me empujas hacia algo que piensas es una debilidad, entonces daré vuelta esa debilidad percibida y la convertiré en una fortaleza"

Si de escoger se trata, me quedo con estas dos frases de Jordan:
"Algunas personas quieren que algo ocurra, otras sueñan con que pasara, otras hacen que suceda".
"Solo juega. Diviertete. Disfruta el juego"

miércoles, 19 de enero de 2011

FERNANDO PESSOA

" Tengo el cansancio anticipado de lo que no voy a encontrar. Si en determinado momento me hubiera vuelto para la izquierda en lugar de para la derecha. Si en cierto instante hubiera dicho sí en lugar de no, o no en lugar de sí. Si en determinada conversación hubiese tenido frases que sólo ahora en el entresueño elaboro. Si todo esto hubiera sido así hoy sería otro y quizá el Universo entero sería insensiblemente llevado a ser otro también. Pero sólo ahora lo que nunca fui ni seré me duele. Voy a pasar la noche a Cintra porque no puedo pasarla en Lisboa pero cuando llegue a Cintra me va dar pena de no haberme quedado en Lisboa. Siempre esta inquietud sin resolución, sin nexo, sin consecuencia. Siempre, siempre, siempre. Esta angustia excesiva del espíritu por nada. En la carretera de Cintra, o en la carretera del sueño, o en la carretera de la vida. A la izquierda hay una casucha al borde de la carretera. A la derecha, el campo abierto con la luna a lo lejos. El auto que parecía hace poco proporcionarme libertad es ahora algo en lo que estoy encerrado. A la izquierda, hacia atrás, la casucha modesta. La vida allí debe ser feliz sólo porque no es la mía. Si alguien me ha visto desde la ventana de la casucha soñará: ese que va en el auto es feliz. "
Escrito en un libro abandonado en un viaje

viernes, 14 de enero de 2011

"The answer is blowing in the wind"



Blowin' in the wind
How many roads must a man walk down
Before they call him a man
How many seas must a white dove sail
Before she sleeps in the sand
How many times must the cannonballs fly
Before they are forever banned
The answer, my friend, is blowing in the wind
The answer is blowing in the wind

How many years must a mountain exist
Before it is washed to the sea
How many years can some people exist
Before they're allowed to be free
How many times can a man turn his head
And pretend that he just doesn't see
The answer, my friend, is blowing in the wind
The answer is blowing in the wind

How many times must a man look up
Before he can see the sky
How many ears must one man have
Before he can hear people cry
How many deaths will it take till he knows
That too many people have died
The answer, my friend, is blowing in the wind
The answer is blowing in the wind 

miércoles, 5 de enero de 2011

La biblioteca de don Juan

Quizás sea difícil recordar cuando fue la primera vez que compramos un libro por decisión propia, y no por obligación (como sucede en el colegio). De igual modo, cuando fue la primera vez que pusimos un pie en una biblioteca. Creo más bien que lo que perdura en el tiempo es el recuerdo de haber encontrado aquel libro ansiado que tanto buscamos, ya sea en una librería o una biblioteca.

Hablando de recuerdos, la primera vez que visité una biblioteca fue cuando salí del colegio, tenía 16 años, no andaba muy motivado para extensas lecturas (novelas), prefería leer poemas o comic. Sin embargo, gracias al encuentro de unos amigos me acerqué a la filosofía y la literatura. Y es ahí en donde comienzo a frecuentar la Biblioteca del Instituto Nacional de Cultura de Tacna, ubicada entre las calles Bolivar y Apurimac, en pleno centro de la ciudad.

Entre otras cosas, esta Biblioteca es muy modesta, en cuanto a material bibliográfico se refiere, y no sólo eso, el personal que atiende al público más que invitar a la lectura, algunas veces, espanta. Pero había una excepción, era un señor de mediana estatura, ojos tristes, voz calmada, de unos 58 años, su nombre, Juan Zegarra, más conocido por los lectores como “Juanito”.

Recuerdo que algunas veces yo iba a la biblioteca solo por las tardes, no porque a esa hora era más digerible las lecturas sino porque Juanito atendía en ese turno. Esto implicaba, aparte de recibir una buena atención, que podía consultar hasta tres libros al mismo tiempo, además de recibir sugerencias en mi búsqueda. Esto era casi imposible hacerlo cuando atendía el otro personal (unas señoras mayores con “cara de pocos amigos”).

Muchas veces me preguntaba a qué se debía la poca cantidad de lectores que visitaba esta biblioteca, y la primera respuesta que se me venía a la mente era porque a la gente no le gustaba leer o no lo consideraba una prioridad al igual que la comida y el trabajo. Pero esta explicación -si bien tiene algo de cierto- es muy sencilla y vaga. Creo que hay otros factores que van desde la precariedad de los recursos materiales y humanos hasta la ausencia de una política de Estado que fomente la lectura en todos los sectores de nuestra sociedad; pero también considero que un factor es la mala atención que se brinda al lector. Los lectores que frecuentábamos aquella biblioteca sabíamos perfectamente que no había un mínimo interés en fomentar la lectura en el quehacer diario del personal que atendía al público. Este mal no sólo pasa en Tacna, es algo generalizado en todo el país, salvo honrosas excepciones.

La semana pasada –todavía 2010- he visitado la Biblioteca de Tacna, después de casi dos años. Veo mejoras en cuanto a infraestructura. Hay un catálogo de libros computarizado que facilita enormemente la búsqueda de libros, antes uno tenía que buscar en ficheros borrosos y amarillentos, muchas veces con poco éxito.

En una esquina del mesón de atención al público veo a Juanito, quien no ha cambiado casi nada, me acerco a él, y se sorprende de mi presencia, parece que me había olvidado al igual que a muchos otros lectores, que seguramente los considera como aves de paso que solo se detienen por unas horas para saborear literatura, poesía, historia, filosofía, etc., y luego continuar con su viaje. Converso con Juanito y en eso me da la fatal noticia: “ya no trabajaré más en la biblioteca”. Hoy es su último día, ya que le han comunicado desde Lima su paso a las filas de los jubilados. Yo me quedo atónito sin saber decir algo, siento que mi presencia, más que una visita es una despedida.

Juanito me dice en voz baja -para no interrumpir a los lectores-: “He servido a los lectores de esta biblioteca en todo lo que ha estado a mi alcance. Ese ha sido mi trabajo todos estos 30 años”. Antes de responderle, miro sus ojos tristes y le digo: “Cierto. Lo he comprobado cada vez que he sido atendido por usted”. Adiós Juanito.

Tacna diciembre, 2010